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dissabte, 17 de setembre del 2016

Ramon Cotarelo recomana "Teoria lul·liana de la comunicació"

En un llarg article "Los misterios del lenguaje" al seu blog Palinuro Ramón Cotarelo parla de "Teoria lul·liana de la comunicació" de Josep Lluís Navarro Lluch:
http://cotarelo.blogspot.com.es/2016/09/el-misterio-del-lenguaje.html

Aquí en reproduïm només alguns fragments:
A raíz de un comentario de Palinuro sobre una exposición reciente de Ramon Llull en Barcelona (El primer panopticón: Ramon Llull), el autor de esta interesante obra se puso en contacto conmigo y me la hizo llegar. No es de lectura fácil y se aparta algo de los terrenos por los que suelo transitar, pero se trata de un trabajo de gran interés y que incide sobre un asunto de actualidad en el campo de los fundamentos filosóficos y lingüísticos de la comunicación. Hoy prosperan los comunicadores políticos, que casi han monopolizado el terreno y se impone la comunicación política como subdisciplina hegemónica y de la que muchos obtienen grandes rendimientos y pingües beneficios. Pero la comunicación política no es sino una subdivisión de la comunicación en general
como aquello que nos hace propiamente humanos y es contenido a su vez de la lingüística, cuyas repercusiones en la filosofía son de sobra conocidas. Recuérdese que todavía no somos capaces de dilucidar la cuestión de qué dependa de qué, si el pensar del hablar o el hablar del pensar.



Navarro Lluch encaja su teoría lluliana de la comunicación dentro de un proyecto mucho más ambicioso que pretende ser una teoría lingüística sistemática y cuyo nombre general es el edificio de las lenguas, una obra que, al parecer, tendrá cinco volúmenes, de los que este es el primero. Su proyecto no es menudo: formular un nuevo paradigma o matriz epistémica para enfocar de forma nueva el estudio del lenguaje, partiendo de una concepción que llamaríamos sistémica o holista por cuanto toda la vida humana está hecha de redes de conversaciones. La red humana es lingüística  y todo fenómeno lingüístico es básicamente social. En paralelo con ello hay una permanente referencia a un fundamento filosófico budista al que el autor dice ser aficionado desde la adolescencia y que parece bastante puesto en razón precisamente por esa perspectiva global que adopta.



La novedad del paradigma no implica que no se reconozcan antecedentes y, en concreto, dos de diferente valor y uso en el ensayo: el "modelo global de la realidad" (o Globàlium) de Lluís Maria Xirinacs y la obra no tan conocida como debiera de Michael Polany. En su conjunto es un plan de combate en contra de lo que llama el "lenguajismo", una especie de charlatanería que considera disfrazada de "lingüística científica", "moderna", "ciencia del lenguaje". Se trata de un elemento esencial de la obra que define su construcción propositiva sobre un trasfondo de crítica mantenida a la deriva de la lingüística contemporánea, muy en especial la lingüística generativa de Chomsky, considerado por muchos como "el padre de la lingüística moderna".
Presentació al Centre de Lectura de Reus
El lenguajismo es un reduccionismo confusionista que olvida la tradicional distinción entre hablar y decir, el papel central de la persona, la ambigüedad de la gramática, la imbricación entre palabras y cosas, la noción instrumental e integradora de las lenguas, la dependencia entre lengua y sociedad y la noción instrumental de la lengua, concepción milenaria mucho más útil que la del "sistema de comunicación". Ya desde el comienzo, se baten las defensas chomskyanas, a causa de sus planteamientos innatistas, idealistas y reduccionistas porque el lenguaje es un fenómeno social, inventado (sobre una base de lenguaje prehumano) transmitido de boca en boca por nuestra especie que es más homo loquens que homo sapiens u homo faber.  Sin duda este punto de vista lleva a la ciencia del lenguaje a intentar constituirse en una especie de metaconocimiento que, a través de teorías como la de los actos de palabra, (Searle) y otras quiere dar una respuesta filosófica pragmática a las gran cuestión de lo humano del ser humano (...)

 Aborda a continuación el autor la teoría lulliana del "sexto sentido"  que a su juicio no solo es una concepción o teoría nueva de la comunicación, sino un salto cualitativo en la historia del pensamiento, un descubrimiento que permite tener una nueva forma de entender la lengua y la comunicación. Conecta el esquema de Llull (Dins-fora-dins) con la obra de Comte (teórico social que no suele aparecer en estos ámbitos de la reflexión) para quien el lenguaje es el conjunto de medios propios para transmitir fuera de nosotros nuestras impresiones de dentro, porque solo enlazando así el fuera y el dentro podemos garantizar a nuestra existencia cerebral la consistencia y regularidad que caracterizan el orden exterior (...)
Presentació a Alibri de Barcelona, amb seguidors de Xirinachs

 El capítulo en el que se traza el arco desde Llull a Polanyi contiene el  corazón del libro. El punto de partida es el Libro del habla de los ángeles, de Llull. El esquema del sabio mallorquín conecta a través de la comunicación tres órdenes distintos: los angeles con las personas (a través de la palabra mental), las personas con las personas por medio de la palabra verbal (todo ello agrupado en Locutio) y las personas con los animales a través de la comunicación prelingüística (todo ella agrupado en el Affatus) (p. 174). Los hombres fabrican su Lebenswelt por medio del lenguaje. Así también aparece en el Globàlium Lluís Maria Xirinacs y, desde luego en la concepción del Meaning, de Michael Polanyi. Frente a la ilusión de conocimiento científico, Polanyi sostiene que todo conocimiento es personal porque todo conocimiento presupone la participación de las personas en su "ser ahí" (in dwelling) y conocimiento tácito, focal o subsidiario y todo conocimiento explícito (focal) está basado en el tácito, que surge para explicarlo, de los hábitos (el habitus en Bourdieu). Cuanto mayor es este conocimiento tácito, mayor también nuestra competencia. Descubre Navarro en García Calvo, por cuyas aportaciones tiene verdadera veneración, el esquema de estructura triádica del conocimiento que también se da en Polanyi (p. 200). Así se consigue lo mismo que hacen el budismo y el taoísmo: superar la dualidad sujeto/objeto a través de la coincidentia oppositorum de que habla Llull. Polanyi no conoció a Llull, pero sí habla del seguidor de Llull, Nicolás de Cusa, que eleva la unión de incompatibles a principio teológico general (...)
A la Universitat de València

 En el último capítulo sobre la "molécula de la comunicación" que originará el "tetraedro de la comunicación" el autor inicia el estudio de la acción social a través de la concepción pragmática de Peirce con sus tres tipos de signos (indicios, iconos o señales y símbolos) y la vertiente funcional y hermenéutica de Karl Bühler con su doctrina del lenguaje como un organon manifiesto en una triple función a través de: 1) la expresión (relacionada con el hablante y la consolidación de la interioridad); 2) la apelación (pensada para el destinatario, cuya conducta pretende guiar); 3) la representación (que apunta al mundo que quiere describirse, o sea, interpretarse). Bühler coincide con Polanyi en el paralelismo entre la actividad lingüística (o interpretativa) y la percepción o las habilidades tácita Otros autores posteriores han reformulado esta clasificación de las funciones del lenguaje- Jacobson, por ejemplo, las llama emotiva (hablante), conativa (oyente) y referencial (las cosas) y añade la función mágica o "encantatoria", que tiene que ver con el "poder" de las palabras. Todo esto se asimila aa la PNL (programación neurolingüística), esto es, un modelo de comunicación y de la conducta humana que integra tres elementos: 1) establecimiento de una "relación" (sintonía, empatía) que mejore la comunicación con el otro; 2) formas eficaces de recaptar información sobre el universo mental de la otra persona; y 3) estrategias para producir cambios en la conducta y hacer más efectiva la comunicación. Algo análogo, dice el autor al esquema de A. García Calvo en Lalia: 1) personas que hablan y se entienden; 2) cosas sobre las que hablan las personas; 3) una sociedad que resulta de esa relación lingüística entre las personas a propósito de las cosas; 4) el instrumento por el que todo esto se produce, o sea, el lenguaje y el sistema o código que lo rige...

 Termina Navarro Lluch este primer volumen de su opus en su actitud batalladora contra la lingüística cartesiana, que considera una de las mayores imposturas intelectuales del siglo XX (p. 344). Su empeño será en los volúmenes siguientes construir una alternativa, una lingüística leibniziana o pascaliana para el siglo XXI que rescaten el paradigma jerárquico y la sabiduría antigua y ofrezcan una renovada matriz epistémica que dé cuenta de las lenguas humanas y su complejidad en su misterio y en sus múltiples conexiones con todo lo que es mental y social. El programa no carece de ambición, pero no habría conocimiento sin ambición. Los fundamentos están echados, aunque a veces no muy ordenados. Es de esperar que fructifiquen en la obra posterior y disipen la intuición de que la rebelión frente al intento de someter a análisis científico el origen mismo de la creación termina descubriendo en esta un factor de irracionalidad sobre el que no cabe decir nada.
                                                                                     Ramón Cotarelo, Los misterios del lenguaje.



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