http://cotarelo.blogspot.com.es/2016/09/el-misterio-del-lenguaje.html
Aquí en reproduïm només alguns fragments:
A raíz de un
comentario de Palinuro sobre una exposición reciente de Ramon Llull en
Barcelona (El primer panopticón: Ramon Llull),
el autor de esta interesante obra se puso en contacto conmigo y me la hizo
llegar. No es de lectura fácil y se aparta algo de los terrenos por los que
suelo transitar, pero se trata de un trabajo de gran interés y que incide sobre
un asunto de actualidad en el campo de los fundamentos filosóficos y
lingüísticos de la comunicación. Hoy prosperan los comunicadores políticos, que
casi han monopolizado el terreno y se impone la comunicación política como
subdisciplina hegemónica y de la que muchos obtienen grandes rendimientos y
pingües beneficios. Pero la comunicación política no es sino una subdivisión de
la comunicación en general
como aquello que nos hace propiamente humanos y es
contenido a su vez de la lingüística, cuyas repercusiones en la filosofía son
de sobra conocidas. Recuérdese que todavía no somos capaces de dilucidar la
cuestión de qué dependa de qué, si el pensar del hablar o el hablar del pensar.
Navarro
Lluch encaja su teoría lluliana de la comunicación dentro de un proyecto mucho
más ambicioso que pretende ser una teoría lingüística sistemática y cuyo nombre
general es el edificio de las lenguas, una obra que, al parecer, tendrá
cinco volúmenes, de los que este es el primero. Su proyecto no es menudo:
formular un nuevo paradigma o matriz epistémica para enfocar de forma nueva el
estudio del lenguaje, partiendo de una concepción que llamaríamos sistémica o
holista por cuanto toda la vida humana está hecha de redes de conversaciones.
La red humana es lingüística y todo fenómeno lingüístico es básicamente
social. En paralelo con ello hay una permanente referencia a un fundamento
filosófico budista al que el autor dice ser aficionado desde la adolescencia y
que parece bastante
puesto en razón precisamente por esa perspectiva global que adopta.
La novedad del paradigma no implica que no se reconozcan antecedentes y, en concreto, dos de diferente valor y uso en el ensayo: el "modelo global de la realidad" (o Globàlium) de Lluís Maria Xirinacs y la obra no tan conocida como debiera de Michael Polany. En su conjunto es un plan de combate en contra de lo que llama el "lenguajismo", una especie de charlatanería que considera disfrazada de "lingüística científica", "moderna", "ciencia del lenguaje". Se trata de un elemento esencial de la obra que define su construcción propositiva sobre un trasfondo de crítica mantenida a la deriva de la lingüística contemporánea, muy en especial la lingüística generativa de Chomsky, considerado por muchos como "el padre de la lingüística moderna".
Presentació al Centre de Lectura de Reus |
El
lenguajismo es un reduccionismo confusionista que olvida la tradicional
distinción entre hablar y decir, el papel central de la persona, la ambigüedad
de la gramática, la imbricación entre palabras y cosas, la
noción instrumental e integradora de las lenguas, la dependencia entre lengua y
sociedad y la noción instrumental de la lengua, concepción milenaria mucho más
útil que la del "sistema de comunicación". Ya desde el comienzo, se
baten las defensas chomskyanas, a causa de sus planteamientos innatistas,
idealistas y reduccionistas porque el lenguaje es un fenómeno social, inventado
(sobre una base de lenguaje prehumano) transmitido de boca en boca por nuestra
especie que es más homo loquens que homo sapiens u homo
faber. Sin duda este punto de vista lleva a la ciencia del
lenguaje a intentar constituirse en una especie de metaconocimiento que, a
través de teorías como la de los actos de palabra, (Searle) y otras
quiere dar una respuesta filosófica pragmática a las gran cuestión de lo humano
del ser humano (...)
Aborda a continuación el autor la
teoría lulliana del "sexto sentido" que a su juicio no solo es
una concepción o teoría nueva de la comunicación, sino un salto cualitativo en
la historia del pensamiento, un descubrimiento que permite tener una nueva
forma de entender la lengua y la comunicación. Conecta el esquema de Llull (Dins-fora-dins)
con la obra de Comte (teórico social que no suele aparecer en estos ámbitos de
la reflexión) para quien el lenguaje es el conjunto de medios propios para
transmitir fuera de nosotros nuestras impresiones de dentro, porque solo
enlazando así el fuera y el dentro podemos garantizar a nuestra existencia
cerebral la consistencia y regularidad que caracterizan el orden exterior (...)
Presentació a Alibri de Barcelona, amb seguidors de Xirinachs |
El capítulo
en el que se traza el arco desde Llull a Polanyi contiene el corazón del
libro. El punto de partida es el Libro del habla de los ángeles, de
Llull. El esquema del sabio mallorquín conecta a través de la comunicación tres
órdenes distintos: los angeles con las personas (a través de la palabra
mental), las personas con las personas por medio de la palabra verbal
(todo ello agrupado en Locutio) y las personas con los animales a través de la
comunicación prelingüística (todo ella agrupado en el Affatus) (p. 174). Los
hombres fabrican su Lebenswelt por medio del lenguaje. Así también
aparece en el Globàlium Lluís Maria Xirinacs y, desde luego en la
concepción del Meaning, de Michael Polanyi. Frente a la
ilusión de conocimiento científico, Polanyi sostiene que todo conocimiento es
personal porque todo conocimiento presupone la participación de las personas en
su "ser ahí" (in dwelling) y conocimiento tácito, focal
o subsidiario y todo conocimiento explícito (focal) está basado en el tácito,
que surge para explicarlo, de los hábitos (el habitus en Bourdieu).
Cuanto mayor es este conocimiento tácito, mayor también nuestra competencia.
Descubre Navarro en García Calvo, por cuyas aportaciones tiene verdadera
veneración, el esquema de estructura triádica del conocimiento que también se
da en Polanyi (p. 200). Así se consigue lo mismo que hacen el budismo y el
taoísmo: superar la dualidad sujeto/objeto a través de la coincidentia
oppositorum de que habla Llull. Polanyi no conoció a Llull, pero sí habla
del seguidor de Llull, Nicolás de Cusa, que eleva la unión de incompatibles a
principio teológico
general (...)
A la Universitat de València |
En el último capítulo sobre la
"molécula de la comunicación" que originará el "tetraedro de la
comunicación" el autor inicia el estudio de la acción social a través de
la concepción pragmática de Peirce con sus tres tipos de signos (indicios,
iconos o señales y símbolos) y la vertiente funcional y hermenéutica de Karl
Bühler con su doctrina del lenguaje como un organon manifiesto en
una triple función a través de: 1) la expresión (relacionada con el
hablante y la consolidación de la interioridad); 2) la apelación (pensada para
el destinatario, cuya conducta pretende guiar); 3) la representación (que
apunta al mundo que quiere describirse, o sea, interpretarse). Bühler coincide
con Polanyi en el paralelismo entre la actividad lingüística (o interpretativa)
y la percepción o las habilidades tácita Otros autores posteriores han
reformulado esta clasificación de las funciones del lenguaje- Jacobson, por
ejemplo, las llama emotiva (hablante), conativa (oyente) y referencial (las cosas)
y añade la función mágica o "encantatoria", que tiene que ver con el
"poder" de las palabras. Todo esto se asimila aa la PNL (programación
neurolingüística), esto es, un modelo de comunicación y de la conducta humana
que integra tres elementos: 1) establecimiento de una "relación"
(sintonía, empatía) que mejore la comunicación con el otro; 2) formas eficaces
de recaptar información sobre el universo mental de la otra persona; y 3)
estrategias para producir cambios en la conducta y hacer más efectiva la comunicación.
Algo análogo, dice el autor al esquema de A. García Calvo en Lalia: 1)
personas que hablan y se entienden; 2) cosas sobre las que hablan las
personas; 3) una sociedad que resulta de esa relación lingüística entre las
personas a propósito de las cosas; 4) el instrumento por el que todo esto se
produce, o sea, el lenguaje y el sistema o código que lo rige...
Termina
Navarro Lluch este primer volumen de su opus en su actitud batalladora contra
la lingüística cartesiana, que considera una de las mayores imposturas
intelectuales del siglo XX (p. 344). Su empeño será en los volúmenes siguientes
construir una alternativa, una lingüística leibniziana o pascaliana para
el siglo XXI que rescaten el paradigma jerárquico y la sabiduría antigua y
ofrezcan una renovada matriz epistémica que dé cuenta de las lenguas humanas y
su complejidad en su misterio y en sus múltiples conexiones con todo lo que es
mental y social. El programa no carece de ambición, pero no habría conocimiento
sin ambición. Los fundamentos están echados, aunque a veces no muy ordenados.
Es de esperar que fructifiquen en la obra posterior y disipen la intuición de
que la rebelión frente al intento de someter a análisis científico el origen
mismo de la creación termina descubriendo en esta un factor de irracionalidad
sobre el que no cabe decir nada.
Ramón Cotarelo, Los misterios del lenguaje.
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